Me hace mucha gracia este subjefe de la policía italiana. Es un cínico con un corazón de oro. No sé si en los otros libros es tan patente, pero en éste manifiesta el porqué de su carácter tan sombrío: no puede con la maldad humana, con los personajes que va descubriendo en cada uno de sus casos; se queda como embarrado, no sabe desprenderse de la maldad que descubre. Y vive amargado. El último capítulo tiene sexo explícito bastante potente. Un 8.
Mientras la lluvia no deja de caer sobre Aosta y las Navidades están a la vuelta de la esquina, el subjefe Rocco Schiavone se recupera en el hospital de una operación de riñón de resultas de un violento tiroteo. La situación es tranquila en el centro en lo que cabe hasta que Rocco se entera de que otro paciente, Roberto Sirchia, un rico industrial de la ciudad, acaba de morir durante una intervención idéntica a la suya. La familia del empresario sostiene que ha sido una negligencia médica y se propone denunciar al cirujano y su equipo, pero Rocco, profundamente impresionado ante una muerte que podría haberle tocado a él, investiga y hace preguntas al personal hasta convencerse de que no ha sido un error de quirófano, sino un asesinato encubierto. Entonces, aún convaleciente, se decide a encontrar al culpable.