5/07/2009

Música blanca, de Cristina Cerezales Laforet.


"Música blanca" Cristina Cerezales Laforet
Destino 2009

Precioso libro, escrito por la hija de Carmen Laforet, contando los últimos días de su madre, que padece una enfermedad degenerativa.

La autora, nacida en Madrid en 1948, es una de las hijas de la escritora Carmen Laforet (1921–2004). Música blanca es un monólogo con dos voces, en torno a la vida de su madre y a la suya, sobre todo en la fase final de aquélla, cuando la autora de La mujer nueva padecía alzheimer. La voz de Cristina está escrita en segunda persona, para conseguir un tono de distanciamiento, de objetividad. Con una prosa cuidada y detallista y un ritmo reposado, se trata de un canto al amor filial, no sólo de ella, sino de los demás hijos de Carmen Laforet, cuando ésta apenas podía ya comunicarse con su entorno.

Junto con la actitud de los hijos, se destaca también la de las personas que la cuidaban con admirable profesionalidad, cariño y respeto. Al hilo de la narración del final de la vida de su madre, Cristina se detiene también en recuerdos de momentos de su vida pasada y de la del resto de la familia.

La segunda voz, en primera persona y con otro tipo de letra, es el monólogo interior de Carmen Laforet, con un estilo intimista y más subjetivo. Cristina, con ayuda de los datos biográficos de su madre, de sus novelas, de sus cartas y de otros textos, intenta reflejar los sentimientos de la gran novelista, mientras vivía postrada por la enfermedad. Es la música blanca que da el título al libro.

Retazos de su vida pasada mezclados con el presente en la residencia en la que es atendida: desde el éxito del Premio Nadal con Nada y la elaboración de las restantes novelas, hasta la infancia de la autora en Canarias, pasando por las diversas crisis que padeció: en su matrimonio, en su tarea como escritora y en la larga enfermedad final. El amor a los hijos y el arte son hilos conductores de su vida, que la ayudan a sobrevivir; también su fe, con algunas crisis, al final superadas, y el deseo de perdonar.

Hasta aquí la crítica de Aceprensa. Otros detalles que a mí me han llamado la atención, son la gran riqueza interior que Carmen ya no puede expresar, pero que la tiene, hasta el punto de que cuando alguien la llama "pobrecilla" por su situación actual, casi suena a blasfemo. Carmen va recordando su vida hacia atrás, reconciliándose con lo que le produjo sufrimiento. Con la visión global de su vida, pone cada cosa en su sitio. Aparecen trozos de cartas suyas, de sus amigos, fragmentos de diarios de sus nietas cuando la visitan... Me han dado ganas de leer toda su obra. Sólo ha leído "Nada". Un 10.

Al ser la escritura muy tierna, detallista, no sé si agobiará un poco a los hombres. Si alguno lo lee, que me diga.