3/20/2015

Yoshiko Kajimoto: Perdonar


Entrevista publicada en La Vanguardia a Yoshiko Kajimoto, superviviente de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima (1945). Impresionante. Hay que tener mucha categoría para poder perdonar ésto.

"Las bombas atómicas que lanzó Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki mataron a
220.000 personas y su efecto radiactivo todavía persiste. Actualmente nueve países se reparten 19.000 armas nucleares, unas 2.000 de ellas en estado de alerta instantánea. La mayoría de esas armas son decenas de veces más potentes que la bomba de Hiroshima. Ellos tampoco la esperaban."
Imma Sanchís.

Era la mayor de tres hermanos y la preferida de mi padre, el único hombre que acompañaba a su hija al colegio. Siempre estuvimos muy unidos, y eso me hacía feliz.

¿La guerra lo cambió todo?
Primero el hambre y cuatro años después el terror de la bomba atómica. Tenía 14 años, todos los estudiantes trabajábamos en la maquinaria de guerra. Yo, en una fábrica de piezas de aviones a 2,3 km de la capital.

¿Qué recuerda de aquel fatídico día?
Una luz azul lo invadió todo. Me metí debajo de la mesa. El edificio se desplomó y perdí la conciencia. Me despertaron los gritos de la gente pidiendo ayuda.
¿Cómo consiguió salir?
Estaba llena de cenizas, no podía respirar, y estaba aprisionada, pero una amiga que yacía junto a mí vio luz, tiré de mi cuerpo y arrastrándonos conseguimos salir. La ciudad ya no existía. Era un día de agosto, pero el sol había desaparecido. Estaba todo oscuro y en silencio. Olía a pescado podrido.

¿Silencio?
Absoluto. Salieron seis personas de la fábrica, eran como monstruos de sangre y ceniza. A mí se me veía el hueso del brazo y de la pierna. Apartamos escombros para rescatar a los supervivientes ; eran como muñecos de trapo, con las piernas y los brazos al revés.... Empezaron a aparecer personas que huían de la ciudad, parecían zombis : la piel les colgaba, el cuerpo quemado, los brazos extendidos hacia delante para no rozarlos, la mirada perdida. Me asustaban. Había madres todas quemadas con sus bebés muertos en los brazos que gritaban cosas sin sentido.

Qué horror.
... Y niños llenos de cristales clavados. Ese día 8.200 estudiantes estaban trabajando en las calles. Murieron 6.300. Improvisamos camillas para evacuar a la gente a un parque cercano. Caminábamos descalzos, pisando trozos de cuerpos y de piel. Recuerdo la sensación como si fuera hoy.

¿Podía usted ayudar en las condiciones en las que estaba?
Todos estábamos heridos. Al día siguiente los cuerpos comenzaron a descomponerse y a llenarse de gusanos. Los quemamos en grandes fosas comunes. Era un mar de sangre, un infierno. Pero mi padre, tras tres días de búsqueda, me encontró.

¿Toda su familia se había salvado?
Sí, vivíamos a las afueras de Hiroshima. Yo pasé un mes en la cama. Mi abuela me sacaba los gusanos del brazo y de la pierna con los palillos. No había médicos, habían muerto. Al cabo de un año mi padre empezó a sacar sangre por la boca y murió.

Nadie conocía las consecuencias de la radiación.
Mi madre estuvo enferma durante diez años y todos los hermanos desarrollamos cáncer. Tuve que trabajar a destajo para pagar los gastos médicos y sacar adelante a mis hermanos. Había días que no comíamos.

¿Hubo algo bueno en esos años?
No. Incluso llegué a plantearme acabar con nuestras vidas antes de que murieran de inanición. Cuando mi hermano pequeño ya estaba en la secundaria me casé.

¿Enamorada?
Sí. La gente que habíamos recibido radiación éramos discriminados por miedo al contagio. Mi marido era de un pueblo más lejano, pero desde el primer momento le dije que yo estaba irradiada y no le importó.

Qué duro y difícil todo.
Yo odiaba a EE. UU., a las bombas atómicas y al gobierno de Japón. No sé si fue peor sobrevivir que morir. Sufrí mucho cuando mis hermanos, ya mayores, me dijeron que mi padre había muerto por ir a buscarme.

¿Todavía alberga odio?
Se disipó cuando empecé a dar conferencias sobre mi experiencia como superviviente. En la primera que di en EE. UU. un niño me preguntó : “¿ Nos odias?”. Le dije que estaba luchando para superarlo. “ Perdona ”, me dijo, y mi odio desapareció.
¿Qué ha entendido del ser humano ?
Creo que individualmente las personas son buenas, he podido comprobarlo en mis viajes por todo el mundo, pero en conjunto, la humanidad siempre está sumida en guerras. Es un misterio que no logro entender.

¿Volvió a ver a su amiga?
Sí, pero murió de cáncer, como todos los estudiantes que sobrevivieron. A mi hermano pequeño le queda poco. “ Espero aguantar hasta que vuelvas de tu gira ”, me dijo.

¿Qué piensa de la vida y de la muerte?
No temo a la muerte porque sé que mi padre me está esperando en el otro lado.

¿Ha sido feliz?
Ahora es el momento más feliz de mi vida. Desde niña tuve que cuidar de mis hermanos, luego de los de mi marido, y a él, que murió hace 15 años, y después a mi suegra. Ahora mi única obligación es transmitir el mensaje de la tragedia de la bomba atómica.

Es usted una heroína.
¿ Por haber sobrevivido ?

Por su capacidad de amar.
He padecido de cáncer de estómago, pero creo que todavía puedo ser útil a la gente, y me siento agradecida de que me escuchen."