Nuestro Govern va repartir pensión base para los que no se han preocupado de formarse y por lo tanto ahora ni estudian ni trabajan. Es indignante. Copio un artículo de Pilar Rahola de La Vanguardia de hoy.
Pero más allá de este debate recurrente y aburrido, la medida me parece bochornosa, yno sólo porque abunda en la nefasta cultura de la subvención. Me lo parece porque, puestos a preocuparse por los ni-ni, y, peor aún, puestos a considerar que hay que darles pescadito barato en lugar de la caña de pescar, ¿por qué no preocuparse por los otros ni-ni, mucho más ni nada que los jovencitos que ni estudian, ni trabajan, ni vaya usted a saber si todos lo han querido alguna vez? Perdonen, pero en esta crisis profunda que está comportando tanto dolor en tantos miles de hogares, el ni-ni es algo que se ve todos los días. Por ejemplo, está la generación ni-ni de los padres de familia de más de 45 años en el paro que ni pueden pagar la hipoteca, ni consiguen que nadie les dé ya un trabajo. Están las famosas viudas, quizás la generación ni-ni más pobre de todas, que ni consiguen que nadie les pague lo que sería de justicia, ni consiguen llevar dignamente la vida que merecen. Ni tienen dinero, ni tienen esperanzas. Ysi hablamos de jóvenes, están los ni-ni que estudiaron duramente, asumieron su responsabilidad, y ahora ni tienen un trabajo para el que se prepararon, ni consiguen emanciparse. Están los ni-ni que un día decidieron poner su patrimonio y su esfuerzo al servicio de nuevas iniciativas empresariales, y ahora ni les pagan ni nadie les escucha, ni saben cuál será su futuro. Están los ni-ni de siempre, los que tienen un trabajo o son autónomos, pero están tan cosidos a impuestos - al fin y al cabo, son los que financian las ingeniosas ideas políticas-,que ni dejan de trabajar como enanos, ni les cunde demasiado. Todos necesitan dinero urgentemente, aunque no sean un bocado electoral tan simpático como estos jóvenes nini que, quizás, por ser ni-ni, ni votan.
Deplorable que se juegue así con el dinero público. Deplorable el torpe populismo que esconde. Y deplorable la poca originalidad de meter mano en la caja pública cuando no hay ideas en el saco de las propuestas. Deplorable y triste.