"Ja estem com sempre! Els homes embrutant i les dones netejant!" Aquest va ser el comentari d'una companya de coral, a la Sagrada Família, quan les mongetes es van posar a netejar l'altar de l'oli de la unció. em va fer gràcia, perquè la imatge que ens va suggerir a la majoria va ser aquesta. És un problema de manca de formació i de informació. Desconeixement de què és la litúrgia i el seu simbolisme. Ahir es va publicar a La Vanguardia una carta de Martí i Bonet, canonge de la Catedral de Barcelona, on explica la significació del gest. Em va agradar molt. La copio.
J. M. MARTÍ I BONET - Canónigo de la catedral de Barcelona
Asistí a la ceremonia de la dedicación de la basílica de la Sagrada Família. Me hallaba en el presbiterio, a pocos metros de la sede papal, y me impresionó mucho ver el rito de la consagración, recordando las palabras del escritor eclesiástico Orígenes (183-252): "Jesucristo es la piedra angular; el fundamento y el altar del edificio de la Iglesia. El altar se debe construir con bloques enteros que el hierro (la violencia) no haya tocado... Este altar es el mismo Cristo". Este principio es admitido en la Iglesia desde los primeros siglos. La misma forma del altar es la de un sepulcro, evocando la tumba de Jesús. Y los manteles que lo cubren recuerdan las sábanas de la mortaja en las que fue envuelto el cuerpo de Jesús. Así lo profesaban los Santos Padres.
Sobre el altar se realiza el memorial de la muerte y resurrección del Señor, y por esto el altar es considerado un elemento sagradísimo. En algunos altares incluso se encuentran gravadas las palabras: "El altar es Cristo", y por eso es ungido por el Pontífice tal como pudimos ver el pasado 7 de noviembre. Además, creo que no podía faltar en este rito el recuerdo de las buenas y numerosas mujeres que, según el Evangelio, seguían fielmente a Jesús hasta el calvario, cosa que no ocurría con los hombres, que -a excepción de san Juan- huyeron e incluso le negaron como san Pedro. Las mujeres discípulas de Jesús le fueron fieles hasta el sepulcro; y llegó la resurrección y Él fue al encuentro de las mujeres que querían entrar de nuevo en el sepulcro para ungirlo. Fue precisamente a ellas a quien Jesús se apareció en primer lugar.
Las mujeres estaban presentes en los momentos álgidos de la muerte y resurrección de Jesucristo, y por este motivo sentí una gratísima emoción al ver a nuestras buenas religiosas de la catedral de Barcelona "sirviendo" o, si queréis, "acariciando" el altar, ya que este es el propio Cristo, y a la vez esta escena - posiblemente malinterpretada por algunos-evocaba la inquebrantable fidelidad de tantas buenas mujeres al lado de Jesús en el calvario, en el sepulcro y en la resurrección. ¡Ellas sí están seguras de que ser superior en la Iglesia es ser el servidor de todos! Precisamente al Papa se le denomina también Servus servorum Dei.