27/12/2011

Rajoy y la paridad



Rajoy no ha respetado la paridad en su gobierno: 4 mujeres y 9 hombres. ¿Y qué? Lo importante es que el gobierno funcione y el sexo de los ministros no determina su solvencia. Estoy hasta el moño de algunas/os feministas. Copio un artículo sobre el tema de Pilar Rahola.

Feminismo caducado

Uno de los deportes recurrentes después de la formación de un nuevo gobierno es pasar el algodón feminista para ver si cumple la cuota.

Zapatero pasó la prueba, aunque vayan ustedes a saber para qué sirvió, pero ahora los guardianes de la fe violeta han suspendido a Rajoy. "¡No hay paridad!", claman por las esquinas, y el mantra de la derecha malvada que no ama a las mujeres se reproduce como un viejo fantasma. "Estos se cargan la paridad", me comenta una amiga del blanco y negro ideológico. Yasí, por arte de matemáticas, suman y restan y no les salen las cuentas: en el flamante Ejecutivo de Rajoy hay más hombres que mujeres. Y ese desequilibrio se carga, él solito, décadas de emancipación femenina. Incluso los hay que aseguran que se carga la ley de la paridad.

Sinceramente, ni sé ni me importa saber con qué precisión exacta don Mariano cumple los requisitos de la ortodoxia surgida del aguerrido ejército del feminismo socialista. Y no me importa porque creo que está muy mal enfocado el tema. ¿No sería hora de superar el concepto de paridad, especialmente en los altos niveles del poder, y empezar a aplaudir a las grandes mujeres que hay en la política? Es cierto que este Consejo de Ministros no presenta el pertinente 50% entre sexos tan reclamado en las viejas consignas, pero tampoco lo necesita. Lo realmente importante es que una mujer valiosa, Soraya Sáenz de Santamaría, será el miembro más poderoso e influyente del Gobierno español y que, gusten poco o mucho, dos mujeres presidirán el poder en Madrid, una alcaldesa y una presidenta de comunidad. Y no sólo eso. La presidenta en cuestión, Esperanza Aguirre, es una de las políticas más importantes de su partido y de todo el país. Ergo, ¿cuál es el problema y dónde está el problema? ¿No era eso lo que buscábamos, la posibilidad de llegar hasta donde nos lleva la categoría profesional, con independencia del sexo? ¿No sería hora de empezar a cambiar los viejos esquemas y reinventar el discurso?

Y la prueba la tienen en las mismas filas que ahora levantan la crítica. Durante años el político más importante del anterior gobierno, después del presidente, fue Teresa Fernández de la Vega, una mujer relevante. Y después llevó la carga de una economía crítica otra mujer, Elena Salgado, cuya valía estaba por encima de la caótica situación que tuvo que lidiar. Ninguna de ellas fue fruto de la paridad, sino de su propia categoría. Otras, en cambio, que llenaron la cuota obligada, fueron una catástrofe, porque si el resultado de la paridad debe ser Leire Pajín, sobran valoraciones. Dejémonos de tonterías. Hace años que en España mandan y mucho algunas mujeres muy notables, yese es el gran éxito del feminismo: que cuando Rajoy piensa en su hombre fuerte, le sale una mujer. Quizás deberíamos empezar a entender que ya no necesitamos que nos tutelen como si fuéramos párvulos.