03/10/2017

1-O a Catalunya


Todos los catalanes tenemos el corazón encogido. En el trabajo, en la familia, con los amigos... El 1 de octubre nos ha dejado desolados. ¿Cómo es posible que la jornada festiva para muchos catalanes, del referéndum, se convirtiera en lo que se convirtió?

Hoy, que el país ha quedado parado, he aprovechado para marcharme con la bicicleta a la playa para ordenarme las ideas. Y a continuación está el resultado.

Yo no soy independentista, ni tampoco españolista. Me siento catalana y europea, antes que española. Pero no me identifico en absoluto con el estado que utiliza la fuerza en vez de intentar el diálogo. Al contrario. Me repugna.

Las fuerzas de seguridad del estado arremetieron el domingo contra unas personas que intentaban custodiar unas urnas y unas papeletas. ¿Es que custodiaban un arsenal de armas químicas? ¿Un polvorín? ¿Cabezas nucleares? ¿Droga? ¿Algo extremadamente peligroso para la integridad de los ciudadanos?, ¿del país? ¡¡¡Urnas y papeletas!!! ¿Era legal lo que hacíamos?, ¿votar? No. Por unas leyes que en principio pueden cambiar porque no afectan a la ley natural, son circunstanciales. Hoy son unas y mañana serán otras. ¿Queda justificado entonces el uso de la fuerza? Yo entiendo que de ninguna manera.

El uso de la violencia física solamente la entiendo como defensa propia, o de la comunidad, ante un ataque también físico. ¿Qué ordenes tenían estos señores? Supongo que evitar la votación. Pero si hay una multitud que lo impide, pues se marchan y explican que no han podido acceder a lar urnas ni a las papeletas, a no ser que hubieran maltratado físicamente a esas personas que les cerraban el paso. ¿O estaba prevista esa actuación? ¡Qué vergüenza! El gobierno se ha cubierto de gloria. Señor Rajoy, márchese. Los problemas ideológicos se solucionan con el diálogo.

Continuamente el gobierno se llena la boca de que está dispuesto al diálogo con Catalunya, siempre que no se trate el referéndum. Rajoy lo ha repetido hasta la saciedad. Señores, hay que hablar, esto es la política. Y si hay que hablar, no puede haber temas vetados de antemano. Hay que poder hablar de todo. Si no es mentira que estén abiertos al diálogo.

Y la señora vicepresidenta, por favor, que deje de insultarnos diciendo que los independentistas nos han abducido al resto de los ciudadanos catalanes. ¡Por Dios, que no somos bebés, que pensamos y decidimos en consecuencia y con responsabilidad! Si no todos, casi, que siempre los hay que se mueven según el viento que sopla.

No soy independentista, pero sí profundamente catalana. Y me molesta, también profundamente, que no nos dejen ser como somos, hablar como hablamos y pensar como pensamos. Cada verano, que es cuando coincidimos, algún familiar no catalán se molesta porque hablamos en catalán en su presencia. Intentamos que no ocurra para que no se sienta desplazado. Si con una persona has hablado toda la vida en catalán, resulta extraño dirigirte a ella en castellano. Y a veces no nos sale. ¡Y no lo entienden! Hay que aprender que unidad no quiere decir uniformidad. En la diversidad está la riqueza.

Muchas veces pienso que la falta de entendimiento es un problema de sentimiento: notamos que hay un cierto rechazo ("a por ellos"). Si no te gusta como soy, me voy, porque lo que no voy a hacer es cambiar. Adiós, aquí os quedáis.

La independencia catalana, hoy por hoy, no es factible. Como vamos a seguir conviviendo, necesitamos urgentemente otros interlocutores, pues los actuales están enquistados en sus posiciones, y por orgullo no van a cambiar. Ni el Gobierno, ni el Govern.

Por favor, asuman el problema, designen otros interlocutores, y diálogo, diálogo diálogo. Porque el problema está ahí y no van a solucionarlo con los cuerpos de seguridad del estado, a golpe de porra. Y una gran mayoría de catalanes, y también de españoles, lo agradecerá.

Me hubiera gustado que este artículo me saliera más comedido. Pero es lo que hay. Si no lo escribía hoy, mañana ya no tendré tiempo...

Podia haver escrit això en català, però més aviat va dirigit als no catalans.