7/04/2010

Javier Fernández-Han, joven inventor de Houston.

   
   
   
Felicidades, chico. Todo un ejemplo para los adolescentes de hoy.
  
Fue el ponente más joven del Fòrum Impulsa de la Fundació Príncep de Girona del pasado jueves y no se amilanó ante la presencia de tantos cerebros emergentes. Él también lo es y sólo tiene 16 años. Se llama Jaime Fernández-Han, vive en Houston (Texas) y el año pasado fue galardonado con el Invent Your World Challenge, un prestigioso premio para jóvenes inventores, donde presentó un aparato que a partir de las algas marinas permite la creación de biomasa, el cultivo de alimentos y el reciclaje de residuos. Otro de sus inventos es un aparato para condensar la humedad y convertirla en agua potable.

Primera sorpresa: su currículum dice que se ha educado en casa, sin acudir a la escuela.

A veces se entiende mal lo de educar en casa. En Estados Unidos es un modelo establecido, en el que los padres controlan, pero eso no significa sólo clases en casa, sino un sistema de cooperación en el que participan muchas familias. Viajas, acudes a museos. Yo no me limitaba a aprender de los libros, a seguir un programa, sino que tenía libertad para hacer lo que me gustaba. Por eso preferimos llamarlo "aprendizaje basado en la puesta en común". Cuando empecé a ir al Community College asistí a clases de biología y uno de los trabajos era sobre energías renovables. Fue cuando descubrí el potencial que tienen las algas marinas y lo que se pierde y como se podría aplicar al reciclaje.

¿De dónde le viene esa pasión por inventar?

Fue muy importante la visita al Museo de la Ciencia de Boston en el 2003 donde descubrí un dispositivo de purificación del agua mediante rayos ultravioleta del doctor Ashok que además era muy barato. Allí se conjugaba mi interés por inventar y ayudar a los pobres. Luego descubrí la realidad de los campos de refugiados. Y viajé con mis padres a la India yvi que la gente trabaja muchísimo y gana muy poco. Es cuando pensé que debía desarrollar mi proyecto sobre las algas para acabar con el hambre. Todo el mundo puede ser un emprendedor, se trata de sacar lo que llevamos dentro. Ahora trabajo en un instrumento para ser más creativos.

¿Una máquina para crear?

Es una especie de juego de rol, se llama "el pueblo de los inventores". Una persona dirige, el facilitador, otra es el inventor y después están los otros, que son gente del pueblo, que tienen tiendas de conocimientos distintos. Al inventor se le plantea un problema y para resolverlo puede acudir a las tiendas para obtener los conocimientos y aplicarlos.

¿Qué carrera estudiará?

Esperaré hasta los 19 años porque ahora tengo muchos proyectos en marcha. Probablemente haré Diseño, en la Universidad de Stanford, con la que ya colaboro. Primero quería estudiar Ingeniería, pero la manera que tiene de solucionar los problemas es poco creativa.

¿Podemos hacer más para mejorar el mundo?

Seguro, tenemos muchos problemas y gente muy capacitada y creativa, pero para poder ayudar los jóvenes deberíamos tener aún más conocimientos y adquirirlos en menos tiempo.