Qué barbaridad, qué super-grande. Primero hice una visita a las obras maestras, y después un recorrido por las civilizaciones antiguas más detenido. Lo que más me impactó fue La Victoria de Samotracia. Como es posible que un pedrusco de semejante tamaño dé esa sensación de gracilidad, de movimiento del ropaje finísimo al viento. Y cuando accedía a La Gioconda, la sensación que tuve es que se estaba riendo de todos los que estábamos allí, intentando verla. Todo indescriptible.