01/05/2013

Merkel y nuestra casta política.



Lúcida entrevista a Daniel Lacalle, hoy en La Vanguardia. Menos echar la culpa a Merkel y más arreglar nuestra casta política y la administración. Hace tiempo que intuyo que los tiros van por ahí, pero no sabía como expresarlo. Ahí va.

"¿Hemos hecho los deberes? El sector privado y el público en gran medida, pero a costa de empleos que se hubieran salvado con más crédito y menos impuestos. Los sufrimos porque el Estado derrocha. Es el gasto político, que no público: ¿se han eliminado duplicidades: diputaciones, consejos comarcales, el Senado o empresas públicas con exceso de directivos? Daniel Lacalle en Nosotros, los mercados (Deusto) explica que reducir déficit no consiste en confiscar hasta la mitad de las rentas del trabajo de la clase media, sino en recortar por fin el derroche de la casta política. Y si lo mantienen así y nos ahogamos en paro, por favor -suplica- no echen la culpa a Merkel."




"Está claro que la austeridad no funciona: falta gasto público.
Lo que no funciona y nos ha llevado al 26% de paro es el gasto político, que no hay que confundir con el gasto público, tan beneficioso cuando se administra bien. Y ahora aumentar gasto público es dar más dinero a los políticos que lo han malgastado y generar más déficit todavía.

Defina pues gasto político.
El derroche de nuestro dinero por el político para aumentar su poder y del partido: la subvención clientelar; la obra pública inútil realizada para la foto de la inauguración y la comisión; las duplicidades en la Administración para colocar a próximos. Y seguiría...

¿Cree que los parados y la clase media sí pueden quejarse de austericidio?
La clase media es la que sufre el hachazo fiscal, que nos está hundiendo a todos. Porque de ninguna crisis ningún país ha salido jamás gracias a los ricos ni a los pobres, sino a la clase media que trabaja, consume e invierte mirando el céntimo con eficacia y tiene hijos. Pero ha sido más fácil subirle impuestos a esa clase media que reformar la Administración y recortar ese gasto político.

Esas estructuras aún siguen intactas.
Pues ese gasto político es el elefante en la habitación de la crisis al que todos señalamos con el dedo en Europa, la City y Wall Street: sobran administraciones en España, diputaciones, el Senado, cargos políticos...

Aquí crearon consejos comarcales...
Y todos los analistas de la City lo sabemos. No pedimos que despidan maestros y médicos: pero, antes de invertir aquí, sí esperamos que reduzcan cargos y gasto político.

¿Tanto supondría esa racionalización?
El Estado controla el 50,5 por ciento del PIB. Calcule lo que podría ahorrarse con una gestión eficiente. Con ese ahorro se podrían reducir los impuestos y dejar ese dinero en manos de la clase media y los pequeños empresarios, que ellos sí podrían volver a hacer crecer este país.

¿Y si el BCE abriera el grifo a chorro?
Entonces los políticos derrochones gastarán más y España seguirá siendo ineficiente. Y en Frankfurt se niegan: ¿por qué dar más dinero a quien demuestra derrocharlo?

Pero con más liquidez habría más subvenciones y tal vez más crecimiento.
No. Las subvenciones aumentan el déficit y la deuda, no el crecimiento. Las subvenciones favorecen a los amiguetes del político y perjudican a todos los demás. Lo que de verdad estimula y atrae inversión es recortar impuestos por abajo: dejar la riqueza en manos de quien mejor la sabe ganar, gastar e invertir, que no son los políticos ni los billonarios, sino la clase media y los pequeños empresarios. Ellos pueden crear empleo.

El BCE denuncia que él abre el grifo del dinero, pero aquí no llega a la empresa.
Porque nuestra banca forma parte del problema: está endeudada hasta la parálisis pero prefieren reservarle -forma parte de la casta que proteger- el monopolio de la financiación y bloquear otros canales de crédito, porque podría haberlos. España está demasiado bancarizada y así no crecerá.

¿No cree que por mucho que se recorte en políticos es el chocolate del loro?
Eso dicen ellos. Pero es el chocolatón, amigo. Es un dineral el que se nos va por ahí. Por ejemplo: en los últimos cinco años antes de la crisis, el gasto sanitario se duplicó: ¿pero se duplicó la calidad asistencial?

¿...?
Pues claro que no, pero en muchos hospitales había y hay más cargos directivos que médicos. Y pasa lo mismo en otros centros de la Administración y empresas públicas.

Una corriente denuncia a una "casta extractiva" que se adueña del Estado.
Acemoglu y Robinson tienen razón: los estados se vuelven ineficientes como el nuestro al ser parasitados por una casta extractiva, que se apropia de ellos o incluso se los inventa. Pero temo que en este país nuestros políticos de esa casta son reflejo de nuestra sociedad. Y encarnan nuestros valores.

Pues no sé si es para estar orgulloso.
El 54,8% de nuestra ciudadanía encuestada afirma que "a quien logra mejores resultados no se le debe remunerar mejor"

Es una negación soviética.
Comprendemos mejor el amiguismo y el compadreo que la meritocracia y el esfuerzo y así son también nuestros políticos. Manda la apariencia, no la eficiencia. Por ejemplo, confundimos la titulitis con el conocimiento: en España cada año salen más graduados en Derecho que en Francia y Gran Bretaña juntas. ¿Necesitamos tantos?

Pese a todo, la inversión pública masiva permitiría que llegara algo abajo...
Eso dicen quienes citando en vano a Keynes quieren seguir derrochando en sus poltronas. Pero Keynes dijo que hay que aumentar la inversión pública en las crisis con lo que se ahorró en las bonanzas. Y aquí se derrochó en las bonanzas y también ahora.

¿Entonces?
Dejemos de mendigar a Berlín: somos nosotros quienes debemos exigir reformas. Y debemos denunciar caso por caso el derroche político: recortar así el déficit y recuperar la soberanía y la democracia."