Artículo aparecido hoy en La Vanguardia. Totalmente de acuerdo.
La dictadura
Josep Miró i Ardèvol.
Catalunya sufre el dogal de la dictadura del pensamiento políticamente correcto (PPC), que nos asfixia y paraliza. Opera mediante la política y los medios de comunicación, sobre hechos y personas. Los primeros son ocultados o deformados, las segundas vetadas, discriminadas o condenadas al ostracismo. Está por escribir el inventario de la mutilación de la realidad que practican quienes afirman el valor absoluto de su verdad. El PPC altera la realidad de la vida, de lo designado, sentido y concreto. Impone abstractos universales alejados de toda verificación y experiencia. Es como una masa blanda, fofa, dulzona, que todo lo atrapa en sus pringosas redes. Y así hombre y mujer, padre y madre, son liquidados del Código Civil, suplantados por abstractos asexuados, el género, los cónyuges, los progenitores. Está prohibido afirmar que para el bien colectivo y la felicidad personal es mejor que una pareja se case, sea estable y tenga hijos. Está vetado ensalzar la fidelidad, el retraso en la edad de la primera relación sexual, el autocontrol. Eso no es PPC, pero sí que la Generalitat edite folletos que asesoran a niños de primaria sobre cómo cultivar cannabis discretamente o masturbarse. Toda denigración de lo sagrado es aclamada como fruto de la libertad, pero ¡ay del humorista que ironice sobre homosexuales o mujeres!, será reo de homofobia y falocratismo. Todo compromiso es sospechoso de fundamentalismo. Toda afirmación de autoridad, autoritarismo. Han liquidado la cultura del respeto, del deber y del esfuerzo. El PPC amarga la vida cotidiana y entorpece el desarrollo económico. Bloquea las respuestas a necesidades vitales como la crisis de la enseñanza, la provisión de agua, energía e infraestructuras. Sólo la escuela pública es considerada, pero mandan sus hijos a la privada. Se dicen ecologistas, pero condenan nuestra salud a una contaminación mayor que la de México DF. En ningún lugar como en nuestro país impera esta dictadura. En ningún lugar ha encontrado menos resistencias políticas y culturales. Carecemos de un proyecto de vida en común que vaya más allá de las próximas vacaciones o del cómo - sea- ganar la próximas elecciones. Por eso no volveremos a ser un país con empuje a menos que nos libremos de la dictadura de lo políticamente correcto.
josepmiro@ e-cristians. net