Villar, Domingo
Siruela 2009
Segunda novela policíaca del autor, en la que el protagonista es el inspector Leo Caldas, policía en Vigo.
Una mañana,el cadáver de un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla de una playa gallega. Si no tuviese las manos atadas, Justo Castelo sería otro de los hijos del mar que encontró su tumba entre las aguas mientras faenaba. Sin testigos ni astro de la embarcación del fallecido, el lacónico inspector se sumerge en el ambiente marinero del pueblo, tratando de esclarecer el crimen entre hombres y mujeres que se resisten a desvelar sus sospechas y que , cuando se deciden a hablar, apuntan en una dirección demasiado insólita.
Me ha parecido al estilo Mankell, pero a la gallega. Sitúa bien la humanidad del protagonista y su entorno de modo que es muy creíble. Tiene mucha gracia el retrato del carácter gallego, que responde a las preguntas con preguntas, el ambiente marinero, las costumbres del pueblo pescador, las comidas... He echado un poco en falta planteamientos un poco más trascendentes sobre la vida y las situaciones que se van presentando, un razonamiento excesivamente plano del protagonista. Quizás porque el escritor también es gallego... y no quiere meterse en berenjenales... Al inicio de cada capítulo, que son muy cortos, hay una palabra y sus distintos significados. No sé porqué. Está bien construida, engancha y al final se acelera bastante el ritmo. Le pongo un 8.