22/05/2010

Comparemos a Zapatero con Bachelet

Lo que más me enfada de nuestro gobierno, aparte de la incompetencia total, es que no mira por el país sino por él mismo y su partido. Copio aquí una entrevista a Bachelet, publicada por La Vanguardia.

Antes del golpe compramos un apartamento en Santiago,  y a ese mismo apartamento fuimos a vivir al volver del exilio mamá y yo. … Y…, cosas de la vida…, a ese mismo edificio también vino a parar, porque compró otro apartamento en él, un gran violador de los derechos humanos, el mismo que estaba en Villa Grimaldi.

¿No fue allí donde les torturaron?

Sí, y aquel vecino mío era el mismo tipo que estaba en Villa Grimaldi cuando torturaron a mamá y nos detuvieron allí a las dos.

¿Y tras torturarlas fue su vecino?


Sí, nos lo encontrábamos cada día en el ascensor y en el aparcamiento.

¿Se saludaban? ¿Se hablaban?


Tuvimos que convivir, claro. No fue fácil.

¿Lo odiaba?

Lo miraba a la cara…

¿Y…?

… Y le diré que por su cara pude saber que él tampoco lo estaba pasando nada bien.

Es usted muy generosa.

Ya había sido juzgado y condenado por sus crímenes, pero aquellos momentos en el ascensor, en la escalera, en el aparcamiento… tampoco creo que fueran fáciles para él.

¿Sabe quién asesinó a su padre?

Lo de papá aún no está claro. Todavía hay juicios en curso.

Su padre fue un alto cargo del gobierno de Unidad Popular de Allende.


Papá era un aviador, un militar que llegó a ser responsable de las finanzas de la aviación chilena, y mamá también trabajaba: fue la responsable de finanzas de la Universidad de Chile.

¿Vivía usted la política de sus padres?

Lo más importante es que me educaron en la convicción de que mi libertad era inseparable de mi responsabilidad, yme dieron libertad y me exigieron responsabilidad sin dejar de quererme muchísimo: creo que esa combinación me hizo muy resistente a la adversidad; muy resiliente.

Tras el golpe, detuvieron y torturaron a su padre. ¿Odia a Pinochet? ¿Lo odió?

Tuve mis momentos de rabia y rencor y, sí, odié… Claro. Pero después me quedó la pregunta de por qué nos odiaron a nosotros hasta torturarnos, asesinarnos o expulsarnos… ¿Por qué una parte de la sociedad chilena llegó a intentar eliminar a la otra?

¿. .. Y…?

Lo único que tenía sentido era mirar hacia delante. Y para poder seguir adelante había que encontrar un punto en el que todos los chilenos estuviéramos bien de acuerdo.



Y eso era: “No puede volver a ocurrir”.

¿Desde el olvido, desde el perdón o desde el no hay más remedio?


Sobre el olvido no se puede construir ninguna convivencia. Para poder avanzar hay que conocer todo el pasado y afrontarlo.

¿Qué le parece la suspensión temporal del juez Garzón?


No voy a opinar sobre una decisión judicial de otro país soberano.

No le pido que lo haga…


Tampoco soy jurista para darle un parecer técnico.

… Pero es usted persona.

Por mi experiencia personal puedo decirle que la única manera de avanzar es conocer la historia, afrontarla y reparar los daños infligidos a las víctimas.

También se puede olvidar y perdonar.

No sin saber la verdad. Las heridas – soy médico y lo sé-no sanan si no tienen bordes sanos. Cada país decide cómo afrontar su pasado, pero debe hacerlo para no repetir sus errores. Las familias – y un país es una gran familia-deben saber qué pasó con sus familiares, dónde están sus cuerpos, para poder ir a rendirles respetos y cariño.

Justo y necesario.


Y el Estado debe reparar la memoria de las víctimas tantas veces injustamente vilipendiadas. Si no, no puedes seguir adelante.

¿Les fue bien a los chilenos que Garzón ordenara la detención de Pinochet?


Contribuyó, desde luego, pero también en Chile se hizo lo que teníamos que hacer.

¿A qué se dedica usted desde que finalizó su mandato presidencial?


A la Fundación Dialoga, que pretende construir unidad cívica precisamente para evitar que aquellas atrocidades y odios entre chilenos vuelvan a suceder y para crear capital social, que es el principio de la riqueza.

¿Cómo?

Tratamos de explicar que en un país es normal que existan adversarios, ciudadanos con diferentes ideas, pero no enemigos.

¿Cómo consiguió acabar su presidencia con el 80 por ciento de aceptación?

Porque me propuse ser la presidenta de todos los chilenos y no sólo de los que me habían votado.

¿Y eso cómo se logra?

Se trata de no poner a tu partido ni, desde luego, a tu propio interés electoral en el centro de la agenda política, sino gobernar para todo el país. Lo hicimos con las comisiones asesoras de la presidencia, que implicaban a más responsables que a los del partido.

¿Cómo?

Con ellas afrontábamos las cuestiones más urgentes. Eran comisiones transversales que incluían expertos y representantes de los afectados y de toda la sociedad.

¿Y funcionaban?

Cuando uno pone su país en el centro de sus esfuerzos, funciona.