18/10/2009

Manifestación blanca, más que azul.

Me ha gustado este artículo de Enric Juliana en La Vanguardia de hoy, sobre la macromanfiastación de ayer sobre el sí a la vida, donde da muestras de su contención e imparcialidad. Yo me quedé copn las ganas. Si hubiera sido posible, habría ido. Los subrayados son míos.

¿La mayor manifestación de la democracia? Posiblemente no, pero sí una de las más grandes movilizaciones cívicas que ha registrado la capital de España desde que la suma de gente en la calle adquirió un fuerte significado político. La marcha celebrada ayer en Madrid contra la nueva ley del aborto subió al podio de los grandes acontecimientos capitalinos. Fue la gran manifestación de la España blanca, que no azul. La serena exhibición de fuerza de un catolicismo conservador que ayer supo huir de las retóricas radicales y de los gestos extremos.

¿Un millón y medio de asistentes? Esa fue la cifra aportada por los organizadores. La Comunidad de Madrid la rebajó a 1,2 millones de personas. ¿Un millón? Un gentío. Un gentío extraordinario colapsando el centro de Madrid. Ambiente festivo, juvenil y familiar, Y una consigna coreada en do menor: "¡Zapatero, dimisión!".

Fue una manifestación española, en el sentido más genuino. Fue una protesta alimentada por la movilización de las provincias - por la persistente capilaridad de las diócesis episcopales-,es decir, una manifestación sin un exclusivo sabor madrileño.

Fue una manifestación de trazos superpuestos, ya que son diversos los estados mayores que participaron en su diseño. En primer lugar está el trazo de la jerarquía católica, principal promotora de la protesta. Madrid registró ayer un contundente aviso de la Iglesia católica, apostólica y romana al Gobierno más laicista de Europa. Las diócesis se han movilizado y las parroquias han fletado autocares. Esta vez, sin embargo, ningún obispo acudió a la manifestación - aquella famosa foto de los cardenales Rouco y Cañizares tocados con una gorrita en la marcha contra la legalización del matrimonio gay-,siguiendo el consejo de Roma, donde continúa habiendo más finura que en la antigua tierra de los visigodos.

Luego viene el trazo de las organizaciones antiabortistas - un total de 42 entidades suscribían la convocatoria-capitaneadas por la más sólida y articulada de todas ellas: el Foro de la Familia que lidera Benigno Blanco, secretario de Estado (Aguas e Infraestructuras) en los dos gobiernos de José María Aznar. Blanco leyó con gran aplomo el manifiesto.

Está también el trazo de los movimientos católicos y eclesiales (Opus Dei, Camino Neocatecumenal, Comunión y Liberación...), que esta vez han sumado fuerzas, (...).

También hubo un leve trazo del centroizquierda eclesial. El presidente de la Confer (Conferencia Española de Religiosos) acudió a la manifestación.(...)

La manifestación fue la mayor de todas las que ha habido en Madrid en contra de las políticas del Gobierno Zapatero. Discurrió en un ambiente festivo, con muchos jóvenes. Una manifestación de laicos, sin obispos. Gritos contra el Gobierno ma non troppo.Una manifestación de la derecha amplia, más que de la derecha dura. Más blanca que azul. Una manifestación que también contó con el trazo del PP, que últimamente es un trazo muy complejo. (...)

Los socialistas repetían ayer el catecismo de la calle Ferraz, que puede ser más rígido que el del padre Ripalda. Nunca admite variaciones y se resume en un único mandamiento: leña al PP. "Cuando gobernaba Aznar no se manifestaban", repetía ayer José Blanco, hombre orquesta de Zapatero: ministro de Fomento con rasgos de vicepresidente, vicesecretario general del partido y primer espadachín cuando la envergadura de los acontecimientos desborda a Leire Pajín. Ayer no era un día para la joven pasionaria de Benidorm. Genial este párrafo.

Hay preocupación en las filas socialistas por la evolución que está teniendo la nueva ley del aborto en la opinión pública. Las encuestas detectan una fortísima división social, un rechazo instintivo a la cuestión de los 16 años (los padres no quieren diluirse, y menos en tiempo de crisis) y un fuerte deseo de consenso. Va ser difícil. No es una batalla guay. (...)