Con este título publica hoy La Vanguardia un impresionante artículo del corresponsal en Ramala, Henrique Cymerman, sobre la persecución de los cristianos en Gaza por parte de los islamistas. Si estos hechos ocurrieran al revés, es decir, los cristianos persiguieran a los musulmanes, toda la prensa mundial, de papel y virtual, se haría eco. ¿Por qué somos tan hipócritas? Lo copio a continuación.
Basta. Hay que hablar, contar la verdad sobre lo que ocurre en Gaza. No podemos mantener el silencio, pero, por favor, no revelen ningún detalle que me pueda identificar", suplica Antón (nombre inventado por él mismo), nacido en la franja de Gaza, y cuya familia vive allí hace cientos de años.
Se puso una capucha para no ser reconocido, y en el último momento anuló nuestro encuentro con su familia, a la que acaba de llevar a Belén, huyendo de los islamistas de Gaza. Hablamos en la calle y su esposa mira con aire preocupado desde la ventana. Con su bebé en brazos, le grita en árabe: "Piensa en nuestros parientes que aún están allá".
A lo lejos nos observa alguien que ha decidido que ya no tiene más que perder. Se trata del general Kamal Elias Fuad al Tarzi, el oficial cristiano de más alto rango de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina. Contactó con nosotros por iniciativa propia para denunciar lo que define como "persecuciones sistemáticas de grupos islamistas vinculados a Hamas" contra la minoritaria comunidad cristiana.
Al Tarzi se refugia en un pequeño piso de Beit-Sajur, en Cisjordania. Suspira: "Desde que Hamas llevó a cabo el golpe de estado en junio del 2007, inició una serie de agresiones. La primera fue el asesinato de Rami Ayad, de 35 años, el 7 de octubre del 2007, que trabajaba en la iglesia baptista, ayudando a los pobres, musulmanes y cristianos. Después de matarle, descuartizaron su cuerpo. En ese momento tendríamos que haber caído en ello".
Según el oficial, Hamas condenó los ataques oficialmente, pero lejos de las cámaras los apoya. "En el fondo, ellos, y los otros grupos islámicos, tienen la misma ideología coránica", explica.
Todo lo contrario opina el jeque Sadel Hamdan, diputado de Hamas en el Parlamento de Ramala. "Los cristianos son nuestros hermanos - señala-y hacemos todo lo posible para proteger sus derechos. Condenamos cualquier ataque contra ellos. Estos ataques no los comete Hamas, sino fanáticos religiosos".
Al Tarzi vive rodeado de documentos en los que pide asilo político, porque teme por su vida. "Una noche unos enmascarados con silenciadores me intentaron matar, pero logré escapar. Durante tres meses me escondí en el cementerio, en el puerto, en iglesias, hasta que pude huir a Cisjordania. Mi mujer y mi hija se quedaron allá, y ahora sólo puedo hablar con ellas por teléfono".
Al Tarzi y Antón describen una serie de ataques islamistas más que tuvieron lugar en los últi mos dos años y medio en Gaza. Primero, los radicales quemaron la biblioteca de libros de cristianismo. Luego, incendiaron la escuela de la Sagrada Familia, que está dirigida por las monjas de la Madre Teresa. Luego hicieron estallar la biblioteca de YMCA y dispararon contra la iglesia ortodoxa. "Hamas metió a los cristianos y a sus rivales de Al Fatah en el mismo saco. Ninguna de sus investigaciones virtuales llegó a nada", afirma el general.
En la iglesia ortodoxa de Beit-Sajur el padre Saba Kheer y su esposa, Wasima, ayudan a los 120 cristianos de Gaza que han logrado huir a Cisjordania. "Los israelíes bloquean Gaza, y de ellos depende que más de mil cristianos de la franja reciban permiso para marcharse. Abandonan Gaza porque se sienten oprimidos. Nosotros pedimos a nuestros hermanos musulmanes que dejen de agredirnos, para que podamos vivir en paz como en el pasado, ya que todos somos palestinos".
En Bet-Sajur, al lado de Belén, hay 12.000 cristianos, 9.000 de ellos ortodoxos, y los demás católicos y protestantes. Estas comunidades están muy bien organizadas, por lo que intentan brindar ayuda a sus hermanos y familiares de Gaza. En el caso de la familia de Antón, por ejemplo, parientes de Cisjordania le alquilaron un piso y le ayudaron a conseguir trabajo en una ONG.
Antón señala que en los últimos meses se multiplican las agresiones verbales. "Atacan a nuestras chicas si no van con velo, y les gritan que se conviertan al islam. Por eso ahora nadie se atreve a ir con la cruz al cuello".
Wasima afirma que muchas mujeres de Gaza le cuentan que cuando iban al mercado de compras, si no se tapaban con el velo musulmán, les lanzaban ácido y les quemaban la cara. "Los radicales quieren que todos sean de la misma religión", opina.
Los cristianos que permanecen en Gaza continúan celebrando misa y la tensión es muy grande. Parte de los cristianos acusan a Israel de permitir el paso a Cisjordania solamente a quien tiene más de 35 anos y menos de 16. "¿Y qué hacemos con los demás?", se pregunta Amal al Mazri, una cristiana de Gaza que recuerda que en el pasado sus vecinos musulmanes participaban en las fiestas cristianas. "Ahora todo eso ya no existe, y los cristianos que pueden se marchan", añade.
Antón, desde su nueva casa de Belén, reconoce que su sueño sería volver a la franja de Gaza en la que nació, creció, y en la que están todos sus recuerdos. Aprovecha para lanzar un mensaje a los radicales que mataron a su amigo Rami, lo intentaron con Kamal, y que atacaron instituciones de su comunidad: "Tanto los cristianos como los musulmanes somos un mismo pueblo, y queremos seguir viviendo en paz como antes. Creo en Jesús, que nos enseñó a dar la otra mejilla". Pero la mejilla de Antón continúa cubierta, para no ser identificado. Un exiliado en su propia tierra.