De lo privado, o de la iniciativa social. Magnífico artículo de Pilar Rahola. Y conste que soy funcionaria de la Generalitat.
Escribo todo esto a tenor de la asamblea de la Unió Catalana d'Hospitals, donde tuve el honor de participar. La Unió agrupa a 115 entidades sanitarias, titulares de 400 centros que generan ocupación a casi 60.000 profesionales. La naturaleza jurídica de la Unió va desde entidades públicas a sociedades mercantiles, fundaciones, mutualidades e incluso órdenes religiosas, y la mayoría son entidades non profit.
Es decir, sociedad civil en estado puro, en este caso dedicado a la materia sensible de la sanidad. Una sociedad civil que arriesga a menudo más que el ámbito público, que es capaz de hacer sacrificios como ninguno, y que aporta ideas cuando es necesario reinventar modelos. Sin embargo, esa misma sociedad civil, integrada por empresarios arriesgados, no tiene, hoy por hoy, el crédito que merece.
Muy al contrario, hemos ido desarrollando un discurso de ninguneo y desprecio hacia todo lo que huele a iniciativa privada, hasta el punto que la palabra privatización se ha convertido en la muletilla de todos los demonios. Con una mentalidad cada día más funcionarial, adosados a las ubres de la mamá administración, con la suicida idea de que lo público debe dominar la escena, hemos ido abandonando ese espíritu emprendedor que nos significó históricamente. Y sin embargo, sin ese espíritu que palpita a pesar de los desprecios no seríamos nada. El ejemplo sanitario es rotundo. ¿Cómo estaría la sanidad pública sin los miles de catalanes que pagan mutua privada, sin las entidades consorciadas, sin los centros privados de asistencia? Y ¿cómo estaría el país si el motor privado dejara de tener la fuerza que aún le significa? No es ni imaginable. Pero en lugar de sentir orgullo por esa fuerza civil que dinamiza a la sociedad, se ha instalado la moda de demonizarla. Lo cual dice mucho de la tontería supina que arrecia en las esquinas de algunas ideologías."