Como dice Barbeta, alucinante. Copio su artículo.
No es ningún drama y quizá sea hasta conveniente que el Govern que preside José Montilla suba los impuestos a los catalanes honrados que declaran a Hacienda que ganan más de 120.000 euros al año. Lo dramático no es la subida de impuestos, sino los argumentos que utilizan para justificarla. El tripartito ha optado por erigirse en abanderado de "los pobres" y organizar una nueva cruzada mediática "contra los ricos", denominados también "los que más tienen". Tanto morro acabará provocando una reacción popular no contra la subida de impuestos, sino contra la tomadura de pelo, que irrita mucho más...
La demagogia política en Catalunya está alcanzando niveles venezolanos. De entrada, el Govern pone el foco en la subida del IRPF, que es una medida que no llevará a cabo - le falta tiempo-y disimula la subida de otros impuestos que sí va a aplicar y que afectan al conjunto de los contribuyentes, sean ricos, pobres o mitad y mitad. Pero lo más insólito es que pretendan abanderar a los parias de la tierra los mismos que, con razón o sin ella, apoyan el mayor recorte social de la historia. "Cuerpo a tierra que vienen los nuestros", gritan los proletarios.
Pero todo tiene su explicación. Los sondeos electorales han puesto de manifiesto el fracaso del tripartito de izquierdas. Y lo certifica el propio electorado de izquierdas, que, también según los sondeos, sigue siendo mayoritario. Eso significa que ninguno de los tres socios va a poder presumir de lo que ha hecho en el Govern. Necesitan otros argumentos, pero sólo han encontrado el más sobado. No hay que votarles por lo hacen, sino por lo que (dicen que) son. Y claro, juran y perjuran que son de izquierdas -como la mayoría-y que defienden y representan a "los pobres" a "los trabajadores" o a "las clases populares". Para demostrarlo, plantean la falsa "subida de impuestos a los ricos" de manera que cuando sus rivales de CiU y del PP se oponen, inmediatamente los meten en el mismo saco y les señalan como "defensores de los ricos".
Cada cual es libre de plantear la campaña electoral como le parezca, pero la demagogia es arriesgada. Si la izquierda distingue entre pobres y ricos, rápidamente se comprobará que difícilmente se puede representar lo que no se es. No hay ningún líder político de izquierdas que sea pobre y y eso da pie conclusiones graciosas: a base de defender a los pobres, los líderes de la izquierda se hacen ricos. La demagogia no tiene límites. Siguiendo por ese camino pueden surgir hasta comparaciones odiosas. Por ejemplo, en estos años, al menos dos de los tres líderes del tripartito han estrenado casa... y qué casas... ya les gustaría a los líderes de la derecha y hasta a los de la patronal. Si es que ya lo dijo Dalí: "Picasso es comunista; yo, tampoco".