Jordi Valls atiende enfermos terminales en una unidad de cuidados paliativos. Cara al debate sobre la eutanasia, que en España llegará, es muy ilustrativo:
 «Se  suele decir que el mejor tratamiento contra la eutanasia es un buen  cuidado paliativo, pues la mayoría de quienes te dicen «yo no quiero  vivir» resulta que lo que te están diciendo es "yo no quiero vivir así",  y en cuanto tratas el "así", habitualmente ya se no repite el "no  quiero vivir". Hay que ser sensibles, caritativos, y atender desde el  lado más humanista de la medicina»
«Se  suele decir que el mejor tratamiento contra la eutanasia es un buen  cuidado paliativo, pues la mayoría de quienes te dicen «yo no quiero  vivir» resulta que lo que te están diciendo es "yo no quiero vivir así",  y en cuanto tratas el "así", habitualmente ya se no repite el "no  quiero vivir". Hay que ser sensibles, caritativos, y atender desde el  lado más humanista de la medicina»Cuando se especializó en Geriatría, Jordi Valls  empezó a familiarizarse con el último tramo de la vida humana, pero no  se imaginaba que terminaría dedicando gran parte de su trayectoria  profesional a una buena atención hacia la muerte
La Unidad de Cuidados Paliativos no parece, pese a todo, un sitio triste.
Es  que no lo es. Nadie en esta casa ni en ningún otro centro recibe más  recompensas y agasajos que quienes trabajan en ella. La gente (tanto el  enfermo como sus familiares) se siente agradecida porque les escuchas,  les acompañas y haces más agradable el proceso de la muerte.
¿Todo el que ingresa ahí es consciente de que se va a morir?
No,  y eso es un problema. Los médicos y los profesionales sanitarios ven a  veces la muerte como un fracaso de su labor, cuando es la "enfermedad"  con mayor prevalencia: ¡cien por cien! Y no se enseña bien en las  facultades el saber dar malas noticias, un arte en el que tú tienes que  escuchar más que hablar. Creo que es injusto morirse sin saber que te  estás muriendo, porque a lo mejor tienes un montón de cosas por  resolver. A cada uno nos gusta cerrar nuestras carpetas, y situar a la  persona en esta esfera de realidad puede añadir paz a su muerte. Si tú,  por ejemplo, tienes una hermana con la que hace años que no te hablas y  te estás muriendo, pues seguramente el mejor tratamiento que te pueden  aplicar es llamar a tu hermana, hacer las paces y quedarte tranquilo. En  cuidados paliativos se aprende que a veces el mejor tratamiento del  dolor no es la morfina.
Por eso su empeño consiste en ir más allá de la labor meramente asistencial de los hospitales.
Exacto.  El programa en el que estamos trabajando cuenta ya con treinta equipos  repartidos por todas las comunidades autónomas, y lo bueno es que se ha  contado con entidades que saben de esto, que tienen experiencia en la  materia. Nuestra labor se basa en que el medio hospitalario es en  general bastante hostil para atender el proceso de final de la vida con  la humanidad que precisa. Dicen los que entienden que el mejor entorno  para morir es aquel en el que has vivido, o sea, en tu casa. Pero eso no  siempre es así, porque los que te rodean pueden verse sin fuerzas para  afrontar esa situación. Eso explica que cuando haces una encuesta  resulta que el 70 o el 80 por ciento de la gente dice que querría morir  en casa, pero sucede justamente lo contrario: el 70 o el 80 por ciento  fallece en un hospital. Así que, en mi opinión, el mejor lugar para  morir es aquel donde mejor atendido estés, sea tu domicilio, el hospital  o un centro como este.
Porque la atención a la muerte tiene dos frentes: el de quien se va y el de los que se quedan.
Ahí  está. Es fundamental ese trabajo psicosocial. No solo hay que cuidar a  quien va a morir, sino también prestar atención a quienes le sobreviven.  Esa es una carencia que tienen quizá los hospitales, donde se hace una  labor de cuidados físicos muy buena, pero muchas veces ni las  necesidades sociales ni las psicológicas están atendidas. Y mucho menos  las espirituales, sean de tipo religioso o no.
¿La eutanasia es petición frecuente?
En  absoluto. He trabajado durante años en atención directa a pacientes  terminales, y nunca nadie me pidió la eutanasia. Se suele decir que el  mejor tratamiento contra la eutanasia es un buen cuidado paliativo, pues  la mayoría de quienes te dicen «yo no quiero vivir» resulta que lo que te están diciendo es «yo no quiero vivir así», y en cuanto tratas el "así", habitualmente ya se no repite el «no quiero vivir». Hay que ser sensibles, caritativos, y atender desde el lado más humanista de la medicina. 
Habrá visto muy diferentes formas de afrontar ese momento final.
La  muerte es un proceso, es un continuo. En mi trabajo he comprobado que  la gente habitualmente muere como vive. Hay personas que sufren muertes  horrorosas porque han tenido vidas castigadas o porque han sido  miserables, pero, con pocas excepciones, quien ha tenido una buena vida  es capaz también de tener una buena muerte.
Más de once mil razones
Cuando  se especializó en Geriatría, Jordi Valls empezó a familiarizarse con el  último tramo de la vida humana, pero no se imaginaba que terminaría  dedicando gran parte de su trayectoria profesional a una buena atención  hacia la muerte. Todo comenzó —relata— «cuando hice una estancia en  cuidados paliativos en el Reino Unido. A partir de ahí trabajé en  equipos de atención en domicilio en Cataluña, y desde hace siete años  estoy en la Fundación Instituto San José». Y ahora, además, dirige  el equipo de atención psicosocial para enfermos avanzados de la Obra  Social de La Caixa, que ya ha prestado asistencia a más de once mil  personas en toda España. 
 

 
 
 
 
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