18/09/2011
Universidad: ¿Formamos vampiros o humanistas?
Me ha encantado este artículo de Teresa Vallés, de la que no había leído nada. Plantea la necesidad de formar a los universitarios como personas solidarias, no sólo trepas que van a lo suyo. Quizás así nuestro mundo se ahorraría futuras crisis. Lo copio. Fuente: La Vanguardia.
El futuro de la universidad
¿Vampiros o humanistas?
TERESA VALLÈS
Decana de Humanidades de la Universidad Internacional de Cataluña.
En el contexto de la crisis económica que sufrimos, hay quien cree que la empleabilidad de los graduados universitarios es la palabra mágica que tiene que inspirar la actual reforma universitaria, que hay que centrarse en las competencias profesionales para contribuir al crecimiento económico. Sin embargo, voces autorizadas como la de Martha Nussbaum (Not for la facultad de profit. Why democracy needs the humanities, Humanidades 2010) alertan del canto de sirena de una formación universitaria focalizada en el beneficio económico.
La cuestión es: ¿para salir de la crisis es suficiente con profesionales competentes? ¿No han contribuido precisamente a provocarla trabajadores del sector inmobiliario y financiero muy eficientes en la generación de beneficios a corto plazo? Esta crisis nos tiene que hacer darnos cuenta del peligro social de toda carrera profesional (y toda formación universitaria) polarizada por una rentabilidad económica que prescinde del bien común: cuando la universidad forma profesionales competentes pero insolidarios, crea auténticos depredadores, individualistas a la caza de un trozo del pastel, vampiros que han aprendido a sacar el máximo beneficio personal del entorno sin aportar nada.
La universidad tendría que aspirar a formar profesionales competentes socialmente comprometidos. Universitarios conscientes de su deuda con las oportunidades que la sociedad les ha dado. Profesionales proactivos y emprendedores, promotores de un clima de trabajo cordial y potenciador de los talentos de cada uno. Y una vez superado el individualismo corto de miras que pretende ganar a cualquier precio, contribuir al único y auténtico beneficio: el de todos.
¿Es una utopía esperar tanto de la formación universitaria? Quizás la única manera de hacer arraigar el compromiso social y la voluntad de servir - de integrar esta aspiración como un elemento de la vida profesional-es apuntar todavía más arriba y añadir un tercer reto. El compromiso social no puede suponer una carga extra para el profesional competente: tiene que ser parte de una manera de vivir, una apuesta para ser cada día más plenamente humanos.
En definitiva, el tercer reto de la formación universitaria es aspirar a transmitir y encomendar el humanismo en el sentido más ambicioso: la excelencia humana, los valores y el patrimonio de experiencia y sabiduría heredadas a través de la cultura. Si pretendemos que arraigue en los estudiantes este humanismo - la aspiración a vivir con plenitud la condición humana-,la universidad tiene que ponerlos en contacto con la tradición cultural transmisora de valores: el arte, la filosofía, la literatura - en definitiva, la cultura-. Y dado que la excelencia humana se asimila por contagio, cada uno de los miembros de la comunidad universitaria - alumnado, profesorado y personal de administración y servicios-está llamado a hacer del ámbito académico un espacio impregnado de auténtico humanismo. Entonces la universidad será capaz de formar empresarios humanistas, periodistas humanistas, médicos humanistas, humanistas profesionales del sector cultural... La crisis no es sólo económica. Vivimos una crisis en la transmisión de los valores humanos de nuestro patrimonio cultural. Es, pues, el momento de contribuir a la confluencia de la competencia profesional, la responsabilidad social y el humanismo en la formación universitaria. Si no nos queremos arriesgar a criar vampiros en las aulas, hay que apostar por los profesionales humanistas.
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